jueves, 18 de abril de 2019

IMÁGENES DEL CAMINO

Recientemente he realizado, un año más, algunas etapas del Camino de Santiago, senda de introspección personal que genera en mi un sentimiento de sosiego y lucidez donde lo simple se convierte en importante y lo fugaz en trascendente.




Uno de los aspectos que más me conmueven de esta ruta espiritual es la diversidad de imágenes que salen al paso del caminante, colores y formas cargados de la belleza que inunda la retina del curioso al que le es imposible permanecer indiferente ante este regalo sensorial.






Recojo aquí algunas instantáneas tomadas en diferentes lugares y momento de esta peregrinación milenaria que se renueva en cada paso que se da y que nos conecta con aquellos que antes hicieron ese mismo gesto de humildad y superación.






La Naturaleza es de por si la gran protagonista de este recorrido singular, aderezada con construcciones pétreas que aparecen cual huellas dactilares de una humanidad que se ha integrado progresivamente en este milagro rutinario ante el cual debemos activar todos nuestros sentidos para integrarnos en él como verdaderos viajeros y no como simples transeúntes.





El sonido de los riachuelos que aparecen a nuestro encuentro son la banda sonora ideal de esta composición magistral donde el olor a bosque nos embriaga como el más exquisito de los perfumes y donde el tacto del musgo fresco ligado a los troncos de los vetustos árboles genera en nosotros una comunión atávica y primigenio.






Esta singularidad la podemos encontrar en otros muchos lugares y rincones de nuestra ajetreada vida, en ese paciente parque por el que caminamos a diario absortos en nuestras pantallas de móvil, en esa puerta que jalona nuestro discurrir por ruas con adoquines mojados o en esa ventana plagada de macetas con amistosos geranios.






Con su grito silencioso todo lo que nos rodea nos hace señales para que salgamos del letargo tecnológico y miremos de frente a la belleza que nos espera a la vuelta de cualquier esquina, solo hay que caminar y mirar con curiosidad, como he podido hacer un año más por el Camino de Santiago, ¡Ultreia! siempre ¡Ultreia!.




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