lunes, 23 de diciembre de 2013

EDITORIALBLOG


"... frases de cine para situaciones de la realidad".

Una de las secciones a las que tengo más cariño dentro de este blog es la dedicada a las recomendaciones de cine, que no son sino aquellas películas que, de una u otra forma, han pasado a formar parte de mi vida. Films que me han conmovido, que me han hecho pensar, que han generado en mí una sonrisa, una inquietud, una duda, una pregunta o una admiración.
Dentro del entramado de un film, la música, el vestuário o los escenarios donde se desarrolla una historia determinada son clave; una buena trama, un cuidado guión, un excelente director, unos grandes actores y el resultado será una obra de arte, no por casualidad se habla de esta expresión humana como el séptimo arte.
Y llegados a este punto pongo el énfasis en los diálogos de los films, verdaderos hilos conductores del relato, que nos guían, nos acompañan, nos muestran o nos esconden el desarrollo de esa mágia sobre celulóide que es el cine; en este caso me ayudaré de algunos diálogos de obras míticas, para ver cuán reales son sus contenidos y qué acertadamente se pueden relacionar los mismos con la realidad que nos ahoga en la actualidad.


“¡… no os rindáis a estos hombres que en realidad os menosprecian, os esclavizan, reglamentan vuestras vidas, os barren el cerebro, os engordan y os tratan como ganado y como carne de cañón, por un mundo nuevo, digno y noble, que garantice a la juventud un futuro y la vejez, seguridad!”, estas palabras forman parte del maravilloso discurso que Charles Chaplin nos ofrece en la inigualable escena final del Gran Dictador (se recoge el discurso íntegro en la Editorialblog del 10 de septiembre de 2013), este extracto sorprende por su actualidad y vigencia, ya que a diario nos encontramos con noticias que nos indican que unos grupos oligárquicos engreídos y soberbios nos quieren regular, nos quieren someter y nos quieren controlar para, entre otras cosas, mantener su paraíso a buen recaudo y que no podamos pisar su cuidado jardín que tanto les ha costado sacar adelante con el jugo de nuestro sudor, negándonos cualquier fruto de futuro para los jóvenes (Educación) y acabando con la seguridad de la cosecha para la vejez (Pensiones).

Otro fragmento genial de una película incombustible, dice así “… vecinos de Villar del Río: como alcalde vuestro que soy os debo una explicación, y esa explicación que os debo os la voy a pagar”, es parte del diálogo con el que el magnífico Pepe Isbert nos deleitó desde el balcón del un ayuntamiento de un pueblo castellano dirigiéndose a sus vecinos en “Bienvenido Mr. Marshall” de Berlanga; cuantos alcaldes y políticos actuales nos deben una y mil explicaciones sobre corrupción, tráfico de influencias, contabilidades B, prevaricaciones, cohechos… y así “hasta el infinito y más allá” como decía el entrañable Buzz en el film Toy Story; yo sigo mirando hacia el balcón, pero no veo a ningún alcalde ni político salir a darnos esa explicación aunque nos la deben y con intereses.



Continúo este recorrido por los diálogos fílmicos con aplicación en nuestra existencia actual con una sentencia que podemos escuchar en la espléndida “Cinema Paradiso” donde se dice “… tarde o temprano llega un momento en el que hablar y estar callado es la misma cosa”; ¿hemos llegado a ese momento?, por lo menos así lo sentencian nuestros dirigentes, cuando plantean que el que osa hablar está poniendo en peligro la libertad, y que los que realmente la defienden son aquellos que permanecen en sus casas, sumisos y obedientes; digamos lo que digamos o callemos lo que callemos, todo es lo mismo para estos mediocres aprendices de Maquiavelo.


Surge otra frase que me deja gélido por su contundencia “… qué títeres tan ridículos somos y que vulgar es el escenario en el que bailamos”, la frase pertenece al film “Seven”, y no hace sino crear en mí una desazón por su certeza, es eso lo que uno siente cuando ve que los titiriteros de la política y las finanzas mueven los hilos de nuestra sociedad con total impunidad, a sabiendas de que los que estamos al otro extremo de esos hilos de manipulación somos nosotros, amenazándonos además con cortarlos y dejarnos caer al vacío.

Dice Robert de Niro en “Casino” que “hay tres maneras de hacer las cosas: la correcta, la incorrecta y la mía”, siendo sinceros, se me vienen a la mente muchas personas públicas a las que se podría atribuir esta frase, siendo testigos de cómo muchos de estos oligarcas “enterradores de sueños”, se presentan  con una patente de corso para desvalijar con total impunidad las esperanzas y anhelos de aquellos que cada día tenemos que soportar la incompetencia de estos salvadores de la patria.

Y hablando de salvadores de la patria, no podía faltar en esta editorialblog la referencia a una de mis películas de cabecera, “Senderos de Gloria”, en ella no encontramos uno sino decenas de diálogos cáusticos en los que se nos muestra de la mano de un inigualable Kirk Douglas hasta que cotas de destrucción colectiva puede llevar la estupidez individual, surgiendo en uno de los momentos más memorables de este film la siguiente sentencia de Samuel Johnson “la patria es el último refugio de los cobardes”, interesante pensamiento, máxime cuando tras banderas, himnos y gestos de sobreactuaciones interesadas que buscan ser “más papistas que el Papa”, se esconden sumisiones, pleitesías varias, bufonadas y actuaciones caciquiles, viniendo a mi memoria, no sé porque, palabras como “Eurovegas”, “rescate bancario”, “amnistía fiscal” o “Troika”.


Otra de mis películas imprescindibles sería “Los Miserables” de Víctor Hugo, en concreto la versión de 1988, con Liam Neeson como protagonista en la que se dice que “… la vida, el sufrimiento, la soledad, el abandono, la pobreza, son campos de batalla que tienen sus propios héroes; héroes oscuros, a veces más grandes que los héroes ilustres”. ¡Qué gran verdad!, cuántos héroes y heroínas recorren a diario nuestras calles madrugando y luchando día a día para poder dar a su familia y a ellos mismos una existencia digna, batallando contra esos otros “héroes de cartón piedra” que reciben de sus homónimos halagos, reconocimientos oficiales, premios honoríficos, menciones o títulos.


Seguramente por mi vocación pedagoga siento especial reverencia por el film “El Club de los poetas muertos” todo él es un memorándum de sapiencia, y si no reflexionen sobre la siguiente sentencia que aparece en esta película “la verdad es como una manta que siempre te deja los pies fríos, la estiras, la extiendes pero nunca es suficiente. La sacudes, le das patadas pero desde que llegamos llorando a que nos vamos muriendo, solo nos cubre la cara mientras gemimos, lloramos y gritamos”. Ese frío es el que sentimos cuando se nos niega el acceso a una verdad que nos pertenece como pueblo soberano sobre tantos temas: financiación ilegal de partidos, desvío de subvenciones, comisiones ilegales…


“Es difícil para la gente acostumbrada a las cosas como son, incluso si están mal, cambiar”, esta reflexión tomada de la película “Cadena de favores” muestra una instantánea de la situación actual donde corremos el peligro de caer en la indiferencia a la que se refiere ese entrañable médico en Patch Adams cuando nos dice que “si peleamos contra el mal, peleemos contra el más terrible de todos: la indiferencia”.
Erradiquemos el “mejor no meterse en líos”, ya que algún día, tarde o temprano, esos “líos” llegarán a nosotros, recordando por analogía la admirable cita de Bertolt Brecht (dedicaré más adelante una entrada a este dramaturgo y poeta alemán).
Vivimos en una sociedad donde numerosos grupos clientelares giran en torno a un nombre, un apellido, una casta de intocables, gens que se creen superiores, a ellos les iría muy bien la frase del film “Batman regresa” donde se dice que “nuestro nombre no importa, se nos conoce por nuestros actos”; ese el verdadero pasaporte desnudo que muestra la realidad de los mendaces que nos aturullan los oídos con sus cantos de sirenas.
Y llegados a este punto, tal vez todo se resuma en la frase que aparece en Matrix, “No existen preguntas sin respuesta, solo preguntas mal formuladas”, deberíamos de una vez por todas hacer preguntas bien formuladas, claras, concisas, directas, exactas en sus planteamientos, sin rodeos, sin circunloquios, sin adulaciones, sin ensayos previos, sin edulcorantes… preguntas que busquen una respuesta en aquellos que se han parapetado tras el “no coment” o “… como bien sabe usted”.


Además debemos inyectar a esas preguntas un componente fundamental, el de los sentimientos, como nos indicó en su momento Chaplin cuando dijo que “pensamos demasiado y sentimos muy poco…”.
Y también, por qué no decirlo, deberíamos mirar un poco en nuestro interior y dejar de buscar con los ojos de estos “encantadores de serpientes” que son nuestros dirigentes, que no representantes, como en “la Ventana Indiscreta” cuando se dice que “deberíamos dejar de ser tan mirones y en vez de mirar tanto para afuera dedicarnos más a mirar en el interior”.
“Mi padre… solía decir que los artistas mienten para decir la verdad mientras que los políticos mienten para ocultarla”, lapidaria esta sentencia de la película “V de Vendetta”; y es que se nos miente sin ningún rubor, se extienden bulos gratuitamente, los embustes nos saturan, se maquillan discursos e intervenciones públicas con engañifas, con ropajes de farsa, intentando hacernos creer y aceptar una comedia que no tiene ninguna gracia.


Finalizo aquí esta entrada que tendrá una continuación más adelante, el tema da para mucho, y me temo que los “esperpentos con coche oficial” seguirán dándonos días de vino y rosas, a ellos les digo, tomando las palabras de Edmundo Dantés que “todo mal tiene dos remedios; el tiempo y el silencio” y que, como aparecía en “La Vida es Bella” “como en una fábula, hay dolor… y como una fábula, está llena de maravillas y de felicidad”, todo llegará.



Me niego a bajar los brazos y aceptar la frase que aparece en el Show de Truman, que “aceptamos la realidad del mundo que nos presentan” prefiero decirme a mí mismo esa otra “Nunca dejes que nadie te diga que no puedes hacer algo, ni siguiera yo… Si tienes un sueño tienes que protegerlo. Las personas que no son capaces de hacer algo te dirán que tú tampoco puedes. Si quieres algo ve a por ello y punto” (En busca de la felicidad) a pesar de que “Cuando se atisba un rato de felicidad siempre hay alguien que quiere destruirla” (Descubriendo nunca Jamás).





sábado, 7 de diciembre de 2013

Ciudad real-mente limpia?

"... estas pequeñas-grandes cosas de nuestro día a día que hablan mucho de cómo somos".

Como muchos ciudadanos y ciudadanas, que no súbditos y súbditas, como les gustaría denominarnos a algunos; o gobernados y gobernadas, que es el apelativo más del gusto de los que nos quieren dirigir, a diario camino por una ciudad de cuyo nombre quiero acordarme hoy, con permiso del genial escritor, Ciudad Real.



Caminar por sus calles se ha convertido en un verdadero tour de obstáculos físicos y visuales, encontrándonos por ejemplo cada pocos metros con “pintadas” que quieren ser graffitis pero que carecen del más mínimo contenido artístico, siendo más bien una agresión visual más cercana a los campos del despropósito y del vandalismo que a un mínimo de conocimiento y ejecución estética, que es lo que significa el Graffiti con mayúsculas, algo que solo en algunos rincones de esta ciudad podemos disfrutar los que creemos en la genialidad de esta plasmación contemporánea de la realidad, siendo un ejemplo la imagen que inicia esta nueva entrada en optioenhispania.
A diferencia de lo que ocurre en otras ciudades españolas, donde estas “manchas” en paredes y mobiliario urbano aparecen en los barrios periféricos, un paseo por cualquiera de las  calles más céntricas de Ciudad Real, incluida la propia Plaza Mayor, nos muestra este museo al aire libre de la dejadez y el mal gusto… la verdad muy llamativo y sintomático.



Lo más sorprendente de esta situación es el hecho de que muchas de las personas que pasan por estas calles o no ven estas filigranas del simplismo o no quieren verlas, haciendo bueno el dicho que dice que “no hay peor ciego que el que no quiere ver las cosas”.
A esto se suma la miopía de los responsables municipales, interesados únicamente en gestionar la imagen de corporación desde las plataformas mediáticas amables, en lugar de bajar al ruedo de la realidad diaria de los ciudadanos de la ciudad (perdón por utilizar un término taurino). Es más, ellos mismos se han aficionado a extender estos trazos de color, en concreto, el azul, por numerosas calles, consiguiendo con ello que muchos ciudadanos y ciudadanas se hayan movilizado para eliminar esas manchas recaudatorias.



Cuando uno pasa unos días fuera de esta ciudad y vuelve, se produce un impacto visual, surgiendo de manera ineludible la comparación con esos otros lugares en los cuales las pintadas y la suciedad brillan por su ausencia, siendo paradigma de esta afirmación ciudades como Bilbao, Elche o la inigualable Oviedo, que ha recibido en varias ocasiones el galardón “Escoba de platino” a la ciudad más limpia de España.



Qué estén tranquilos los responsables políticos locales, que no van a tener que recoger este galardón, como tampoco tendrán que recoger ningún premio referente a la variedad, a la calidad ni al nivel de las actividades culturales a las cuales nos tienen acostumbrados.
No hay que buscar la cuadratura del círculo, esta situación tal vez se deba a un hecho simple,  que la ciudad es la imagen de los que vivimos en ella, de los que hacen pintadas, de los que tiran papeles y otras inmundicias al suelo teniendo una papelera a tres metros, de los dueños de perros que no recogen las deposiciones de sus mascotas, de los bebedores del sanjueves, de los fumadores que ni tan siquiera se digna a apagar las colillas…



Pero y los ciudadanos y ciudadanas (sigo empleando este término molesto para algunos) que si respetamos las normas cívica y de conducta social, que nos guardamos el papel en el bolsillo hasta encontrar una papelera donde depositarlo, que recogemos escrupulosamente con una bolsita los excrementos de nuestras mascotas, que no hacemos pintadas, que no dejamos los vasos y las botellas de nuestras celebraciones en la vía pública, ¿Por qué tenemos que soportar a diario esta situación? ¿Vivimos en una sociedad que como decía la carta del indio Seattle al presidente de los Estados Unidos se asfixiará en sus propios excrementos?



Pienso que si camináramos por una ciudad más limpia esa situación podría generar un comportamiento de la gente en esa misma dirección. No se trata únicamente de que los servicios de limpieza municipales hagan su trabajo, que lo hacen y bien, sino de que nos concienciemos del tipo de educación que estamos dando a un niño o niña cuando los mayores tiramos un papel, una bolsa o un bote al suelo en lugar de depositarlo en una papelera.
Dice el refranero que es sabio, que “no es más limpio el que más limpia, sino el que menos ensucia”, tal vez para resolver los grandes retos de la actualidad deberíamos comenzar por ahí, por estas pequeñas-grandes cosas de nuestro día a día que hablan mucho de cómo somos.
Mientras tanto seguiremos paseando por esas calles llenas de arte estrafalario y de suciedad por doquier mirando hacia el consistorio y alegrándonos de que por lo menos a través de las ondas hertzianas locales todo es maravilloso en este pueblo grande.