martes, 16 de julio de 2013

Rebelión en la Granja: la atemporalidad de Orwell.

"Todos los animales son iguales, pero algunos son más iguales que otros".

Los agravios y desprecios que el ciudadano está recibiendo en los últimos tiempos hacen necesaria una revisión de los fondos del pensamiento para pertrecharnos frente a tanta ineptitud y soberbia por parte de numerosos adalides del poder que enarbolan el estandarte de la representatividad cuando en realidad defienden intereses espurios con el emblema de la tiranía y el egoísmo ribeteados en la cara interna de sus trajes de chaqueta.
Se hace ahora más necesario que nunca situar en el escenario de la actualidad a autores, libros y pensamientos que nos hagan despertarnos de este letargo inducido al que nos arrastran discursos narcóticos y palabrerías ponzoñosas esgrimidas por unos malos aprendices de Maquiavelo que campan a sus anchas por los valles del enriquecimiento bastardo y ruin.
Sirva como antídoto ante esta atmósfera irrespirable, propiciada por una continua putrefacción de ideales, la referencia a una lectura que nos guiará como una antorcha en la noche frente a la negrura provocada por la incompetencia de la que parecen no sentirse avergonzados "polititiriteros" y trileros de las urnas, que más bien alardean de esa actitud cual niños consentidos frente a una macabra travesura.
Dicha lectura es el libro escrito por George Orwell en 1945 titulado "Rebelión en la Granja" (Animal Farm) en el que el escritor inglés plasmó una historia satírica en la que unos animales expulsan de una granja a los humanos imponiendo un sistema de gobierno que se convierte en una tiranía brutal.
La primera interpretación de esta obra literaria es la que realizó el propio autor criticando el sistema político imperante en ese momento en la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) bajo el yugo de Stalin y con el telón de fondo de una Segunda Guerra Mundial que llegaba a su final.
Pero un análisis más profundo nos hará llegar al mensaje de actualidad que encierran las páginas de esta obra de Orwell, al encontrar en cada una de las páginas un perfecto y claro análisis de la corrupción que engendra el poder, tanto a nivel nacional o internacional, como a niveles más domésticos y cercanos.
Los personajes de este relato muestran los diferentes estereotipos que nos podemos encontrar en una estructura de poder, trascendiendo la simplista ecuación opresores y oprimidos, mostrando de una manera clarividente a los diversos estratos intermedios que marcan de manera decisiva la dirección de los acontecimientos de una sociedad.
No revelaré aquí los entresijos del argumento, pero si recogeré el blasón utilizado por Orwell para guiarnos por toda la obra:
"Todos los animales son iguales, pero algunos son más iguales que otros".
Tras estas palabras se encierra la clave no solo de este libro, sino de muchas de las situaciones a las que somos obligados a asistir, cual espectadores raptados por una mala compañía de bufones y saltimbanquis de lo superficial y zafio.
Suele venir a mi mente esta cita "orweliana" en momentos en los que se escuchan despropósitos verbales tales como "Máxima transparencia", "Estado contrastado de Derecho", "Democracia Madura", "Igualdad de todos los ciudadanos...", "Voluntad de servicio público", "Representantes del pueblo", "Justicia y equidad", "Independencia...", "Soberanía popular", "País desarrollado", haciendo extensible esta sensación cuando nos tenemos que enfrentar a imágenes que golpean nuestras retinas tales como "Intervenciones oficiales a través de televisiones", "comparecencias prefabricadas", "periodistas serviles con preguntas de cartón piedra" y así hasta el infinito y mucho más como se decía en aquella entrañable película.
En los tiempos actuales se hace imprescindible la lectura de esta obra atemporal que merece una revisión continua; con la música de fondo del grupo Pink Floyd, que inspirado en el libro de George Orwell, creó en 1977 el disco titulado "Animals", recomendando especialmente sus tres canciones centrales con nombres tan relacionados con la obra como Dogs, Pigs (Three different ones) y Sheep.
Sirva como colofón de esta entrada las últimas frases de "Rebelión en la Granja" que nos deberían despertar dándonos cuenta de que todos somos iguales, aunque algunos se empeñen en "ser más iguales que otros"...

Dice así:
"... Doce voces estaban gritando enfurecidas, y eran todas iguales. No existía duda de lo que sucedía a la cara de los cerdos. Los animales de fuera miraron del cerdo al hombre, y del hombre al cerdo, y nuevamente del cerdo al hombre; pero ya era posible discernir quién era quién".




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