domingo, 28 de febrero de 2021

FRANCOTIRADOR DE LOS DETALLES

Hacía demasiado tiempo que no sacaba a pasear a mi Olimpus, esa vieja compañera con la que hace ya muchos años que oteo el horizonte existencial de mi acontecer, con la sigo admirándome de mis paisajes vitales y con la que he intentado captar vivencias y anhelos.

El alma de aquella pequeña cámara de carrete sigue presente

Vivimos tiempos trémulos en los que llevar a cabo lo que uno quiere se convierte en un gesto de insurrección frente a la apatía borreguil y mediocre que se nos impone cual anuncio de rebeldía con toques de felicidad narcotizada al mejor estilo orwelliano.

Es por ello que hoy me he convertido en francotirador de los detalles, de lo que suele pasar desapercibido a nuestros ojos embotados por lo frenético de las prisas; y es que he querido darle un tiempo a lo que realmente se lo merece, a lo que nos grita con su silencio, a lo que levanta la mano generando una diluida sombra.


Ha sido un viaje donde, mirando con los ojos de ese niño que sigue en el país de nunca jamás, me he encontrado con bosques ignotos, con seres mitológicos guardianes de puertas infranqueables, con aves del paraíso terrenal o con jardines de la Alhambra donde el rumor del agua fluye acompasadamente.

También he podido saludar a convidados de piedra, trasladarme a la acrópolis de la razón y jugar con caricaturas que crecieron dejando atrás su cascarón de sombras chinescas.

Amenazo con volver a disparar mi cámara sobre esos detalles que seguramente a estas horas siguen ahí esperando a que los transeuntes de lo azaroso miren y se admiren de lo grandioso que representan las pequeñas cosas, esas que siguen ahí a pesar de todo y de todos.





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